sábado, 10 de marzo de 2012

Boris Vian (10 de marzo de 1920 - 23 de junio de 1959)



En la vida, lo esencial es hacer juicios a priori sobre todas las cosas. Pareciera, en efecto, que las masas se equivocan y los individuos siempre tienen razón. Pero hay que guardarse de deducir de ello reglas de conducta: éstas no tienen que necesitar ser formuladas para que uno las siga. Sólo existen dos cosas: el amor en todas sus manifestaciones, con mujeres hermosas, y la música de Nueva Orleans o la de Duke Ellington. El resto debería desaparecer, porque el resto es feo, y las pocas páginas que a continuación sirven para demostrarlo extraen toda su fuerza del siguiente hecho: el argumento es totalmente verdadero porque lo imaginé de cabo a rabo. Su realización material propiamente dicha consiste, esencialmente, en una proyección de la realidad, dentro de una atmósfera oblicua y recalentada, sobre un plano de referencia irregularmente ondulado y sometido a distorsiones. Como se ve, es un procedimiento confesable, si es que los hay.

Prólogo a La Espuma de los días (1947)




Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Boris Vian y su mujer Michelle en Paris en 1952.



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